Todo son imágenes en movimiento.
 Es un diario que constantemente se escribe, el que lleva miles de millones de líneas escritas en sus espacios en blanco.

 No logro plasmar por completo aquello que me sucede.
 Es algo muy simple y lo tomo como tal, como todo lo es en realidad.
 Me hago la cabeza por estupideces y líos por cosas de nada.
 En realidad soy humana.

 No hay nada que reprocharnos, ya todo lo que no nos gusta nos lo reclamamos.
 Paso mis días viendo películas tirada en el suelo, me encanta.
 Y mientras consumo el hermoso tiempo que me queda mirando historias que tal vez podrían ocurrirme en la vida real miro a través de la ventana como va cambiando de color del entorno.

 No logro afrontar mi miedo.
 Me oculto en una verdadera yo que camina por la calle, a la cual no le importa nada.
 No me detengo ante semáforos ni tipos que aparentan quererte intimidar.
 Puedo mirar a mi alrededor como cualquiera, y detener mis ojos sobre chicos que son lindos, imaginar alguna estupidez como forma de tropiezo, pero se que nada sucederá, porque se que tengo miedo a esa verdad.
 Aunque admito prefiero sonreír al admirar cosas mucho más hermosas que chicos( y no miento) al decir que prefiero otras cosas, aunque puede que sea porque todavía no conozco lo que es.

 Puedo hablar infinitamente de cosas que tal vez no interesen, se que esto es un desahogo por todo eso que no puedo soltar en palabras, también se que es culpa mía.

 Soy un desastre, completamente.
 No haré un escándalo por eso, pero me entristece demasiado.
 No logro terminar de elegir por completo una de las dos formas a seguir para tomar definitivamente de esa manera la vida.
 Tampoco se si tiene que ser o negro o blanco, podría ser un gris...
 

    Indecisa y desastrosa hasta la médula.
 Creo que podría adjudicarme todo los adjetivos posibles.
 Son ganas de mandar todo al cuerno.
 Pero el puto control me lo impide.

        Dos puntas demasiado extremistas juntadas en el medio a la deriva, como harán para sobrevivir en este infierno sin salida.