¿Por qué será que las personas buscamos incisivamente una
mirada que sea correspondida, una mirada que dure, una mirada que nos sea sostenida?
Buscamos en ella un sostén para nosotros, un pilar donde
poder apoyarnos y descansar de todos aquellos tedios que nos acechan ?
Buscamos un ser que nos corresponda, buscamos alguien que
nos entienda en una mirada, que nos transmita cariño y tranquilidad en esa
mirada, que nos de la certeza y la seguridad de que si nos caemos esa persona
nos levantará, de que si nos lastimamos vendrá a sanar nuestras heridas, de que
nos acompañará en todo el camino pase lo que pase sin voltearse a mirar otra
cosa mas que a nuestros ojos, nuestro trayecto, nuestro andar.
Creo que buscamos una mirada que sea eterna, que dure lo que
dure nuestra existencia en la tierra, que permanezca avivada aunque pasen días
tras días y años tras años, que sea siempre la misma cálida mirada que nos
apoya y nos ayuda, y que, si por lo menos no es la misma, añoramos que no se
apague, y que, en lo posible y más
afortunado de nuestro destino, se avive a cada minuto que pasa, que se reafirme
con más convicción y certeza que el día anterior, de que es el camino correcto
el que transitamos, el que miramos, el que vamos marcando juntos.
Una mirada es un medio de comunicación para todo aquel que
sepa y pueda observar, una mirada muestra nuestro interior, nos muestra entera
y completamente abiertos, desnudos al otro.
Una mirada está cargada de pensamientos, de miedos y deseos,
de sueños, de silencios, de emociones. Lleva dentro de sí las palabras que
tenemos dentro, aquellas que decimos, y aquellas que solo pensamos sin
liberarlas.
Los ojos son como un reflejo, son un espejo, podemos
sumergirnos en ellos y viajar a lugares insospechados, a rincones impensados.
Al mirarlos podemos descubrir cosas
hermosas y maravillosas, o cosas horribles y aterradoras, podemos observar
recuerdos vividos, anhelos representados en sueños, dolores que se convierten
en llanto o secreto, y alegrías que son guardadas en el alma y el corazón, de
esas que al recordar nos sacan una sonrisa, y nos hacen como una arruguita al
costado de los ojos. Eso, entre otras cosas.
Dicen que cada persona es un mundo, pues, dentro de los ojos
se encuentra cada mundo.