Y así Se fue

     Y se desplomo sobre el suelo, como lo hacen los pétalos de una flor al secarse.
        Cayó con los ojos abiertos por donde ya no quedaba reflejo de la humanidad que los había habitado.

   Un hilo de sangre se alejaba del cuerpo, con la facilidad con la que las aguas de un río se desplazan.
        No observaría mas las hojas de los árboles mecerse, no disfrutaría del canto de los pájaros ni de sus suaves aleteos, no vería más la hojarasca en los inviernos, no sentiría el viento, el frío o el calor, tampoco el miedo.

    Lo último que supo entender, fue el llamado de la muerte en un silbido tras la nuca, y ya no quiso escapar,  se entregó al flujo de la energía como lo hacen las almas eternas y vacías, con un poco de nostalgia y melancolía, ya había dado todo lo que era capaz de dar, hasta de lo que no se creía.

     No era dejadez lo que le llevó a aquel camino, tampoco sabiduría ni divinidad, no era el tiempo el que le había curtido, ni tampoco las bocas que había escuchado. Nada le era suficiente, pero tampoco nada le sería, así que se lleno de lo que era capaz, se llenó de aire en los pulmones, lo único que no le dolía y así es como le encontraron, un muerto que había dado toda su vida.